Todas direcciones.

Siempre hay alguien que daría su vida y mil más por estar a tu lado.

miércoles, 8 de junio de 2011

Hoy me he dado cuenta de que de poco sirve, si no lo sabes.

Hoy me he vuelto a ilusionar contigo, por las cosas que me dices, que pasamos. Hoy me han vuelto a entrar ganas de gritar, decirte que te amo, al oído, bajito, para luego acariciarte la mejilla con la yema de los dedos. Hoy me habría apetecido pasarme la mañana contigo, hasta la mañana del día después. Hoy me habría gustado discutir otra vez sobre quién quiere más a quien, para acabar diciéndote que he ganado yo y que no te escucho, y que respondas: “sabes que yo más tonta”. Y me habría encantado poder apoyarme sobre una pared, para que me pintases el universo en los labios, sentir la brisa entre mi pelo y que tú lo descoloques con las manos. Hoy me habría encantado hablarte durante horas, sin parar, sintiendo esa confianza y esa fuerza que me das, perdiendo la vergüenza y volver a ver, que aunque te cuente tal tontería como que se me acabó la tinta del bolígrafo en clase, tú me escuchas sin reparos, disfrutando de la conversación que mantengo conmigo misma, hablando rápido. Hoy también me habría encantado escucharte a ti durante horas, tu voz rota formando frases sin sentido, que la mitad de las veces no entiendo, y cerrar los ojos apoyada en tu hombro, para darle un festín a mis sentidos y que el cielo se pose en mis pestañas. Pero también me habría encantado, pasarme la tarde en silencio, porque a veces sobran las palabras. Hoy me habría encantado compartir un Red-Bull contigo, que aunque no me guste, sé que es tu refresco favorito, y me habría pasado el día, y la vida entera, volviendo a besar esos labios que me hicieron sentir de esa manera. Me habría perdido en la profundidad de tus pupilas, para buscar lo que hay en ellas que me hace tan feliz, y te habría hecho cosquillas como una niña tonta, para que sonrieras y me las hicieras a mi. Hoy me habría gustado decirte que nunca he dejado de quererte, ni cuando te eché de mi vida, ni cuando te escribí aquella nota. Hoy me habría gustado pensar que no hay nadie más por aquí, que para ti sólo soy yo, y poco puedo hacer. Me he dado cuenta de que tú has llenado absurdamente cada parte de mi vida, y de que yo no soy ni una décima parte de lo que constituye la tuya. Hoy me he dado cuenta de que te he perdido, a ti y a mis recuerdos, que con el paso del tiempo son más y más efímeros. Y supongo que lo que más me duele, es no poder decírtelo. No hay cosa peor que un sentimiento reprimido.

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